Para escribir y desalojar viejos demonios que terminaron por encarnarse en notas de melodías entonadas en extrañas y perturbadoras lenguas, presentándose como fantasmas, como puntos de luz que deslumbraron por completo mis ojos.
Estas notas persistieron, como palabras, colores, olores y formas en mi mente, con tal frecuencia que terminaron por acompasarse y conformar un libro llamado "sueño", que cuando se hizo material perdió toda su armonía, pues con su sonora marcha hicieron que despertase de el.
De esa experiencia llamada sueño solo puedo evaluar y describir meses después su comportamiento. Se transformo en una densa pesadilla que se resistió a fluir, convirtiéndose en un fino cristal y guardando en su estructura lo mas puro de su esencia propia.
Ahora sin ningún tipo de comportamiento entropico se aloja en el único lugar donde esto es posible, mi mente.